¿Es la pena de muerte la alternativa para disminuir la criminalidad en Puerto Rico?
- Dra. Elba Rivera González
- 14 jul 2021
- 3 Min. de lectura
Por Dra. Elba Rivera González / PERIODICOELAURELPR.COM
En las últimas décadas, en Puerto Rico se ha observado un incremento en asesinatos. Si echamos un vistazo a los datos del Instituto de Estadísticas de Puerto Rico se puede observar que, en las primeras semanas de 2019, se registraron 22 asesinatos más al compararlo con el año 2018. Por otro lado, la tasa de asesinatos per cápita (unos 19 por 100.000) sitúa a Puerto Rico como uno de los territorios de Estados Unidos más peligrosos. Estos datos llevaron a las autoridades locales a elaborar una nueva campaña contra el crimen, la cual al momento no ha sido efectiva.
Algunos puertorriqueños plantean que la pena de muerte es una alternativa para disminuir la criminalidad en la isla. Estos indican que la pena de muerte es una medida preventiva contra la violencia y contribuye a disuadir a quienes deseen participar en actividades delictivas. También, hay personas que dicen: “ellos asesinaron a otra persona, entonces merecen morir también” o sea que ellos sostienen su opinión en la ley del talión “Ojo por ojo, diente por diente”. Esta ley, sostiene que se debe imponer un castigo igual al crimen cometido.
Sin embargo, a pesar de los puntos a favor y en contra de la pena de muerte las investigaciones realizadas, sostiene que la misma no disuade de cometer delitos de forma más eficaz al compararla con la pena de prisión. Por otro lado, la Organización de Amnistía Internacional (OAI) sostiene que la pena de muerte constituye una violación de derechos humanos, en particular, el derecho a la vida y el derecho a no sufrir tortura ni tratos o penas crueles, inhumanos y degradantes. Por otro lado, la OAI indica que la pena de muerte luego de aplicada es un acto irreversible y que el proceso no está exento de errores. También sostiene que la pena de muerte suele emplearse en sistemas de justicia poco imparciales y es discriminatoria. Esto debido a que recae, sobre personas de niveles socioeconómicos desfavorecidos, en minorías raciales, étnicas o religiosas y también suele ser empleada como herramienta política para castigar a opositores políticos.
En relación con Puerto Rico, se ha identificado casos de personas condenadas y confinadas erróneamente por crímenes no cometido. Debido a estos datos, en el 2012 se fundó Proyecto Inocencia. El Proyecto ha logrado que se realicen nuevos juicios, excarcelación y exoneración de personas luego que los análisis de ADN no vincularan a las personas que estaban encarceladas. Asimismo, están trabajando con un nuevo caso en donde los análisis de ADN nuclear no corresponden al convicto.
Es por tal razón que en la actualidad 106 países han prohibido la pena de muerte, mientras que 36 países continúan aplicando la misma. Según la Organización de Amnistía Internacional, indica que para el 2020, se registró 483 ejecuciones repartidas en 18 países, lo que muestra una disminución de un 26% en comparación al 2019. Por lo tanto, la implantación de la pena de muerte en Puerto Rico significa un retroceso a los derechos humanos. Por otro lado, si echamos un vistazo a la biblia, en Mateo 3:21-24 se presenta un giro revolucionario en relación con la pena de muerte, en donde Jesucristo promueve el perdón y la tolerancia hacia los ofensores.
En resumen, aun cuando la pena de muerte pudiera verse como una alternativa para prevenir la violencia en la isla, los argumentos en contra de la pena de muerte sobrepasan los argumentos a favor. Si es malo que un culpable salga inocente, peor es que una persona sea declarado culpable y sentenciado a la pena de muerte por un crimen que no cometió. En el primer caso, el error se puede enmendar, pero en el segundo caso, tal acción seria irreparable.
“Ojo por ojo y todo el mundo se queda ciego” Mahatma Gandhi.

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